Correr a menudo aumenta la esperanza de vida en 6,2 años en hombres, y en 5,6 años en mujeres, como indican los últimos datos del estudio Copenhagen City Heart presentado en el congreso EuroPrevent 2012. Haciendo un repaso de las evidencias que apoyan si la carrera es una actividad sana o, por el contrario, peligrosa, Peter Schnohr comentó a los delegados que los análisis del estudio más reciente (aún no publicado) al respecto, muestran que entre una hora y dos horas y media a la semana de carrera a ritmo “lento o intermedio” ofrece un beneficio óptimo para la longevidad. El EuroPRevent 2012, celebrado entre el 3 y el 5 de mayo de 2012 en Dublín, Irlanda, ha sido organizado por la European Association for Cardiovascular Prevention and Rehabilitation (EACPR), una subdivisión oficial registrada de la European Society of Cardiology (ESC).
“Los resultados de nuestra investigación nos permiten responder definitivamente a la pregunta de si correr es bueno para la salud”, comentó Schnohr, cardiólogo en jefe del estudio Copenhagen City Heart, en su intervención en el simposio del sábado: “Assessing prognosis: a glimpse of the future (Elaboración de pronósticos: una mirada al futuro)”. “Podemos afirmar con total seguridad que la carrera, practicada con asiduidad, aumenta la longevidad. El aspecto positivo es que no es necesario demasiado esfuerzo para observar un claro beneficio.”
El debate sobre la carrera o "jogging" se planteó por primera vez en la década de 1970 cuando, por aquel entonces, los hombres de mediana edad empezaron a interesarse por esta actividad. “Después que un reducido número corredores fallecieran en plena carrera, diversos medios de prensa sugirieron que esta actividad podía ser demasiado intensa para los hombres normales de mediana edad”, rememoró Schnohr.
El estudio Copenhagen City Heart, iniciado en 1976, es un estudio prospectivo de una población de interés cardiovascular compuesta por unos 20.000 hombres y mujeres de entre 20 y 93 años de edad. La finalidad del estudio, que utilizó el Registro Civil de Copenhague, fue la de obtener un mayor conocimiento sobre la prevención de las enfermedades cardiovasculares y del íctus. Desde entonces, el estudio, que ha servido para publicar más de 750 artículos, se ha ampliado para incluir otras enfermedades como la insuficiencia cardíaca, enfermedades pulmonares, alergias, epilepsia, demencia, apnea del sueño y enfermedades genéticas. Los investigadores han buscado posibles asociaciones entre los diversos tipos de ejercicio y otros factores, con la longevidad.
Para el subestudio relativo a la carrera, se comparó la mortalidad en 1.116 hombres y 762 mujeres con individuos no corredores en la población principal del estudio. Se pidió a todos los participantes que respondieran a una serie de preguntas sobre la cantidad de tiempo que dedicaban a correr cada semana, y a valorar su propia percepción del ritmo de carrera practicado (definido como lento, medio, y rápido). “Los participantes eran de edades tan diferentes, que pensamos que una escala subjetiva de la intensidad del ejercicio sería la maneramás adecuada de abordar el tema”, explicó Schnohr, del Bispebjerg University Hospital, Copenhague.
Los primeros datos se recogieron entre 1976 y 1978, la segunda serie de datos de 1981 a 1983, la tercera de 1991 a 1994, y la cuarta de 2001 a 2003. Para el análisis, se realizó un seguimiento de los participantes de todas las colecciones distintas de datos, empleando un número identificativo personal único censal del Registro Civil central danés. “Estos números han sido la clave del éxito del estudio, ya que nos han permitido realizar un seguimiento de los participantes dondequiera que fuesen”, dijo Schnohr.
Los resultados muestran que en el período de seguimiento, que supone un máximo de 35 años, se registraron 10.158 muertes entre los individuos que no practicaban carrera, y 122 muertes entre los que sí lo hacían. El análisis mostró que el riesgo de fallecimiento se redujo en un 44% para los corredores varones (relación de riesgo ajustada para la edad: 0,56) y también en un 44% para las mujeres (relación de riesgo ajustada para la edad: 0,56). Además, los datos mostraron que practicar la carrera produjo beneficio para la supervivencia ajustado para la edad de 6,2 años en varones y 5,6 años en mujeres.
Análisis posteriores que investigaban la cantidad de ejercicio realizado por los corredores del estudio, revelaron una gráfica en forma de U para la relación entre el tiempo empleado en el ejercicio y la mortalidad. Los investigadores descubrieron que los máximos beneficios provenían de correr entre una y dos horas y media a la semana, repartido en dos o tres sesiones, especialmente si se realizaba a un ritmo lento o intermedio. “La relación es muy parecida a la de la ingesta de alcohol. La mortalidad es menor en personas que realizan una carrera moderada, que en gente que no corre o en aquellos que practican el ejercicio de manera exagerada,” comentó Schnohr.
El ritmo de carrera ideal se puede conseguir intentando llegar hasta el punto de quedarse ligeramente sin aliento. “Se debe intentar correr hasta quedarse ligeramente sin aliento, nunca hasta quedarse totalmente sin aliento,” advirtió.
La carrera, dijo Schnohr, proporciona múltiples beneficios. Eleva la captación de oxígeno, aumenta la sensibilidad a la insulina, mejora los perfiles lipídicos (incrementando las HDL y disminuyendo los niveles de triglicéridos), hace descender la presión sanguínea, reduce la agregación plaquetaria, eleva la actividad fibrinolítica, mejora la función cardíaca, la densidad ósea, el funcionamiento del sistema inmunitario, reduce los marcadores de inflamación, previene la obesidad y mejora el bienestar psicológico. “La mejora del bienestar psicológico puede deberse a que la gente es más dada a interactuar socialmente cuando sale a correr,” dijo Schnohr.